[:es]¿Recuerdas la primera vez que sentiste miedo?
Mis primeros recuerdos de miedo incluyen alguna situación peligrosa: recuerdo en primero o segundo de EGB salir corriendo en el colegio porque venía el gamberro de turno que todas las mañanas nos quitaba el dinero del desayuno.
Otro día paseando con mi primo se nos cruzó un perro agresivo y comenzó a ladrarnos, aun recuerdo el escalofrío en el cuerpo.
En este tipo de situaciones se te activan los reflejos, los instintos de supervivencia y tienen una explicación lógica y razonable.
El otro día escuché una frase que me hizo pensar: “No tenemos miedo de las cosas o situaciones, tenemos miedo a la emoción que nos imaginamos que producen esas situaciones”.
Pensadlo bien: No tenemos miedo al ladrido del perro, tenemos miedo al dolor que nos imaginamos que nos causará su mordedura. No nos da miedo el que nos quiten el dinero del desayuno, nos atemoriza sentirnos atracados, ridiculizados y encima, con hambre.
No tenemos miedo a la habitación oscura que sale en la película, nos aterra el sentimiento de lo desconocido, de no ver, de perder el control de nuestros sentidos.
El miedo a hablar en público es uno de los mayores “miedos populares”, en realidad agrupa un montón de miedos a emociones: miedo a sentirte rechazado, juzgado, miedo a no saber o a sentirte incapaz.
Hay miedos que no parecen estar relacionados con nuestra supervivencia, al menos física, tienen que ver con la supervivencia de nuestras identidades forjadas muchas veces, en creencias limitantes sobre nosotros mismos.
Cuando desafiamos uno de estos miedos, desafiamos las creencias que lo han originado. Al enfrentarnos al miedo de hablar en público, nos enseñamos a que somos capaces, a no juzgar y a contribuir con nuestro habla.
Cuando nos enfrentamos al miedo a cambiar un trabajo que nos asfixia o romper una relación tóxica, nos enseñamos que somos merecedores de algo mejor.
Cada miedo es una oportunidad, no para cambiar las circunstancias que creíamos que causaban nuestros miedos, sino para cambiar la percepción que tenemos sobre nosotros mismos.
Al cambiar la forma en la que nos identificamos, cambian las interpretaciones y los juicios que hacemos a todo lo que percibimos del mundo y, allí donde antes había un miedo, ahora queda un motivo para celebrar y agradecer.[:en]Do you remember the first time you were afraid?
My first memories of fear include some dangerous situation: I remember in first or second grade running away in the schoolyard because of the school thug that came every morning to take our breakfast money.
Another day walking with my cousin an aggressive dog crossed us and began to bark at us, I still remember the chills in my body.
In this type of situation, you activate your reflexes, survival instincts kick in and they have a logical and reasonable explanation.
The other day I heard a sentence that made me think: «We are not afraid of things or situations, we are afraid of the feeling that we imagine that these situations will produce«.
Think about it: We are not afraid of the barking of the dog, we are afraid of the pain that we imagine that it will cause its bite. We are not afraid of having our breakfast money taken away, we are afraid of being robbed, ridiculed and, above all, hungry.
We are not afraid of the dark room that appears in the film, we are terrified by the feeling of the unknown, of not seeing, of losing control of our senses.
The fear of public speaking is one of the biggest «popular fears», in fact, it groups a lot of fears to emotions: fear to feel rejected, judged, fear to not know or to feel incapable.
There are fears that do not seem to be related to our survival, at least physical, they have to do with the survival of our forged identities many times, in limiting beliefs about ourselves.
When we challenge one of these fears, we challenge the beliefs that originated it. When confronting the fear of speaking in public, we teach ourselves to be able, not to judge and to contribute with our voice.
When we are faced with the fear of changing a job that suffocates us or breaking a toxic relationship, we are taught that we deserve something better.
Every fear is an opportunity, not to change the circumstances we thought caused our fears, but to change the perception we have about ourselves.
By changing the way we identify ourselves, the interpretations and judgments we make about everything we perceive of the world also change and, where there was once a fear, there is now a reason to celebrate and be grateful.[:]